Never let me go



Kazuo Ishiguro es un escritor que ha causado polémica últimamente por su estilo. Todavía no he leído sus novelas, pero tenía muchas ganas de ver la película Never let me go. Algunos amigos me habían dicho que la novela es excelente. Y yo esperaba ansiosa su estreno en mi país.


Y pues bien, se estrenó y la fui a ver sola. Sí, sola. Es muy raro que vaya sola al cine, pero esta vez, no sé si por el trailer de la película o por lo que había leído sobre Ishiguro, pero me sentí egoísta para verla. Fui al McDonald's, me compré una Quarter Pounder con queso. Luego en el cine, pedí un combo individual de  palomitas y refresco. Era un viernes, en la función de las 2:50 pm. Sí, lo sé, hasta el horario de la función era extraño. Además, el día estaba nubladísimo, ningún cachito de azul se asomaba en el cielo. Así que la atmósfera como espectadora era un poco gris. Para mí, ideal para ver esta película.

Casi como lo predije, la sala de cine para mi solita. Delicioso. Sólo yo, mi hamburguesita, algunas palomitas y mi Coca-Colita. La película básicamente trata de unos niños que viven en una especie de colegio o internado. Hay un grupo de señoras, las maestras, muy educadas, les enseñan varias cosas, entre ellas artes plásticas. Pero nunca hablan de sus padres, sólo los niños uniformados. Los cuidan mucho, procuran que estén sanos y que no se fatiguen demasiado al correr.

Hay una actividad muy curiosa que está permitida en el colegio y es la de las compras. La directora anuncia que será día de compras, los niños preparan su "dinero", que no son más que fichas de plástico. La mercancía que llega en un extraño camión, que curiosamente también es el que les surte los víveres, resulta
en una serie de objetos viejos, usados y hasta rotos. Es triste ver muñecas sin brazos, ropa rota, cintas  de audio viejas. Pero los niños le dan un valor significativo a esos objetos y los "compran".

Conforme avanza la pelicula el suspenso crece al no saber determinar el tiempo ni por qué los cambian de colegio cuando crecen, también hay una galería de arte propiedad de la escuela que es un misterio, un lugar donde se envían los mejores trabajos hechos por los alumnos.

Por los colores y los objetos, parece que nos hemos ido a la década de los 50, o de los 60. Entonces, descubres y con ayuda de una de las maestras nuevas, que ese colegio en realidad es una granja que está incubando clones, por eso los quieren sanos. Al llegar a la mayoría de edad, son ocupados para hacer transplantes de órganos a los humanos enfermos. Los clones bien cuidados pueden "servir" para soportar hasta 3 o 4 operaciones en su función de donantes. Pero también algunos son autorizados para ser cuidadores de los donantes. Cuando hayan hecho suficientes cuidados, entonces, podrán donar y al final morir.

El problema es que hay clones que empiezan a desarrollar algo que los humanos han perdido: Sentimientos, Amor. Hay una pareja que está enamoradísima y hacen ciertos trámites para permanecer juntos. Pero no son escuchados. ¿Para qué? Sólo son clones. Son desechables. Hay también un triángulo amoroso, que en realidad es el que ocupa el centro de la historia, dos niñas y un niño que han crecido en ese colegio. Surge naturalmente el amor entre el chico tímido, Tommy, y la más tímida de las dos niñas que es Kathy. Pero también surgen los celos y la envidia, así que al crecer, la otra niña se hace la novia eterna del chico, provocando los celos en la otra y su  impotencia de vivir el amor imposible. Muy parecido a los humanos, ¿no es así?

En ciertos momentos te desconcierta, porque la peli lleva un ritmo diferente, plantea las cosas en medio de un ambiente nublado, donde falta vida. Los clones, a pesar de ser tan jóvenes, lucen ancianos, después de haber donado ciertos órganos. Yo inevitablemente pensé: ¡Qué monstruosos somos los humanos!

El tema de la clonación comúnmente se trata con robots y en ambientes cibernéticos, futuristas o tecnológicos, pero en esta peli, todo lo contrario. Una añoranza por el pasado, donde la música te transporta a un ambiente romántico, a un estado de ensoñación permanente y a un fuerte convencimiento de que la raza humana debe hacer algo urgente por recuperarnos como los seres humanos que somos en vez de comportarnos como máquinas endemoniadas.


Quizá fue el propio clima que propicié para apreciar la película, pero yo sí la disfruté bastante y la recomiendo aún más. Si la vas a ver, asegúrate de tener un criterio amplio, y una sensibilidad a flor de piel. No vas a ir a ver una típica película cursi. No, vas a reflexionar sobre tu conciencia, tu salud, juventud, y la posibilidad de amar y ser correspondido.

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Chakras

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