La mirada del amor

Cuando vives un amor intenso siempre va a quedar algo de ti en aquella pareja, aunque pretenda que no. Y algo de él en ti. Alguna vez leí que es como cuando metemos la mano en un cubo con agua, ni la mano ni el agua vuelven a ser iguales, a nivel molecular ya se han afectado una a la otra.

Yo creo que por nuestro ego, a veces renunciamos a relaciones que podrían haber sido maravillosas. O bien, si no era el amor para siempre y tenía que terminar, pues lo mejor es cortar por lo sano, bendecir, cerrar y emprender otro camino. ¿Pero que tal si después de muchos, muchos años, te vuelves a topar con él, sí, con ese que creíste que iba a ser "para siempre"? Cuando ya habías "cerrado el ciclo", regresa y resulta que reactiva esa pequeña, pero significativa parte que quedó de él en ti, en tu corazón.

Pues bien. Cuando ví este vídeo simplemente latió mi corazón. Cada uno, de cierta forma, hemos vivido algo similar. Resulta que Marina Abramovic es una artista de performance contemporáneo. Usa su cuerpo, se usa a sí misma para expresar su arte que no es otra cosa que emociones intensas. En esta "instalación" que fue en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) en 2010, ella se expone en la sala de exhibición como un objeto de arte, es decir, la artista es la obra de arte. Ella se sienta en una silla, con un vestido extravagentemente rojo, cierra los ojos y frente a ella está una silla en la cual, el espectador (si gusta) puede sentarse. Ella, al sentir a la persona cerca, abre los ojos y se miran. El arte sucede cuando con la mirada se intercambian emociones. Una influye a la otra y viceversa. A veces, las miradas son intensas y los espectadores se van, otros se quedan más tiempo. ¿Qué es el arte sino una proyección de nosotros mismos? Una ventana donde nos vemos reflejados en aquello que nos gusta o incluso en lo que nos molesta.

Bueno, en su juventud, Marina vivió una intensa relación artística y amorosa con Ulay, otro artista del performance excéntrico. Y hace 20 años decidieron separarse. Para ello, (me encanta su decisión de mutuo acuerdo para poner fin a una relación, es lo que yo digo, para qué los pleitos si uno puede cerrar un ciclo de la misma manera que lo abrió, deseando amor y paz, bendiciendo y dejando ir amorosamente). Bueno, para cerrar su ciclo viajaron juntos a la ¡Muralla China! y cada uno caminó hacia el punto intermedio de la misma. Ahí, justo ahí, se besaron, se abrazaron, se despidieron y terminó su relación. Cada quien, siguió su camino. Separados.

Pasaron 20 años y Marina pone en el MOMA la instalación que describí al iniciar esta entradita y ella no sabía, que entre los espectadores del museo, iba a sentarse Ulay. Después de 20 años de aquella despedida, en plena exposición artística (y exposición de todas sus emociones a flor de piel), ¿qué sentiría? ¿qué pasaría por su cabeza? Una mirada dice más que mil palabras. Y la mirada del amor forever lo dice todo. He aquí el vídeo del instante mismo. ¿Qué les parece?


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Chakras

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