
Esas construcciones románticas con arcos y enredaderas, los techos de las casas tan característicos, las fachadas de piedra antiquísima y a veces enmohecida, pero al mismo tiempo tan acogedoras.
Pues bien, aquí una chica neoyorquina, enamoradísima de su novio, nada más y nada menos que Gael García, que aunque se esfuerce mucho en parecer italiano, se le sale lo mexicano, la verdad, pero no por eso deja de estar guapísimo; decía que ambos se van de viaje prenupcial. Ya todo está dicho, no hay necesidad de darle un anillo, y él, más bien va a hacer negocios, dejándola sola...en la mística Verona... ¡Hombres! Sí ya sé, no todos son iguales...hay unos sacerdotes muy buenas personas que conozco.

Mientras este chico la deja sola, ella visita el museo Casa de Julieta. Quizá el principal sitio de atracción turística para los adolescentes que ofrece Verona. Y ahí está el balcón de Juieta, y más allá su estatua con la foto obligada, y luego entre las rocas de las paredes por donde alguna vez -si existió- trepó Romeo, las mujeres que sufren de una pena de amor escriben una carta, la enrollan y la colocan en la pared. Quizá Juieta les dará algún consejo.

Claro, lo que me parece interesante y romántico no es eso, sino que ella se topa con un comité de mujeres italianas que se dedican a leer todas las cartas y a darles respuesta. Ojalá que eso existiera en cada lugar turístico, por ejemplo, de México.
Siglo XXI, y las mujeres, en su mayoría, siguen solas, arriba o abajo del balcón, pero añorando a su gran amor. Y sigue habiendo mujeres sabias y llenas de ternura dispuestas a dar el mejor de los consejos de amor. Eso sí, al que le debieron dar un consejo fue a Gael: No dejes sola a tu mujer. Pero eso es "sentido común", ¿o no, hombres contemporáneos?
Se las recomiendo, sobre todo si están planeando un viaje a Italia y desean conocer Verona y un poco de la región de Toscana. Preciosos paisajes, guapísimo el Gael y con un mensaje continuo: El amor no tiene edad y todos, absolutamente todos, estamos en busca constante del amor.