Santos Reyes Magos, por la estrella que les guió a Belén, les pido para mí y los míos, amor, salud, paz y prosperidad, por amor al Niño Dios amén.

Cuando era pequeña, muy pequeña, en la noche del 5 de enero tenía varias cosas que hacer y obedientemente las cumplía porque mi mayor ilusión era saber que los Santos Reyes llegarían a mi casa. Recuerdo que mi mamá decía que tenía que limpiar y ordenar muy bien mi cuarto, porque los Reyes entraban a ver toooda la casa y les gustaba ver todo ordenadito. Luego, ponía mi zapato al pie del árbol, muy limpio y boleadito, con la cartita dentro, dirigida a los 3 reyes magos.
Ya con el pijama me metía a dormir, pero antes, veía por la ventana la noche estrellada. Recuerdo muy bien la sensación de emoción y alegría con la que latía mi corazón. En Querétaro, el Gobernador de aquel tiempo (entre 1974-1975) había decretado que por estar en la zona céntrica de México, los reyes no podrían llegar como usualmente lo hacían, en caballos o en el camello y elefante, por lo que les prestaba aviones para que llegaran más rápido a las casas de los niños, ya que seguirían visitando países durante la noche. Qué modernos, ¿no?

Entonces, cuando me metía a la cama, no podía dormir, porque desde las 9 pm se oían los aviones sobrevolando el cielo. Mi mamá decía que el camello, elefante y caballo iban en uno de esos aviones, pues yo me preocupaba mucho por los pobrecitos, ¿qué comerían? ¿tendrían agua suficiente? Era complicado dormir pronto ya se imaginarán, por los aviones y la emoción.

Lo más padre, era despertar a la mañana siguiente y salir de mi cuarto, sentir el frío matinal porque seguramente era muy temprano. Mis padres super dormidos y yo, bajando las escaleras (sí, soy hija única), con mucha cautela...¿habrían llegado ya? ¿me habrían dejado algún regalo? Y de pronto...era maravilloso ver los regalos, al pie del árbol, otros en el sillón de la sala, en la mesa de centro....yo siempre busqué por detrás de los sillones lo que siempre pedía y nunca me trajeron: un hermanito. A veces también pedía un "huerfanito" que pudieran adoptar mis padres para "tener con quien jugar". Eso es lo más maravilloso del día de Reyes, las emociones y la ilusión de los pequeños.

Lo que entonces me parecía lo más mágico era que la cartita había desaparecido del zapato, y en su lugar estaban los regalos. Por la tarde, mis padres me llevaban al centro histórico de la ciudad para ver la Cabalgata de los Reyes Magos. Era maravilloso verlos, ya montados en los caballos que seguramente les prestaba el ayuntamiento y con varios pajes negritos que tenían incienso o tocaban campanas y repartían dulces.
De regreso a la casa, por la noche, mi madre colocaba al centro de la mesa del comedor una magnífica Rosca de Reyes que merendaríamos precisamente, la noche del 6 de enero, con un delicioso chocolate espumoso que preparaba mi mamá. Me da gusto ver que estas tradiciones todavía prevalecen, pese a que Santa Claus les haya quitado bastante clientela a los Reyes. Estos son una hermosa tradición y su mensaje de amor y paz significan para mí, aun cuando ya no soy una niña, una oportunidad para empezar cada año con bendiciones de fe, esperanza, caridad, abundancia e inocencia.
La Rosca de Reyes


La Rosca de Reyes es una costumbre que nos llegó de España. Honestamente nunca he preparado una, pues en casa, siempre la compramos, pero se parece mucho al sabor de las tradicionales ensaimadas de la repostería mallorquina. Las roscas que más me gustan son las blanditas y que tienen relleno de confitura, pasas, canela o ralladura de limón. El decorado de los higos, el acitrón y el ate me fascinan y remojar cada rebanada en una buena taza de chocolate caliente y espumoso es lo más delicioso que se puede saborear.

Alegremente he descubierto que en este año, varias de las roscas comerciales vuelven a traer 1 ó 2 niños dentro. Esto es genial, pues hasta el año pasado, eran más niños que pan. La tradición en México es reunirse en familia y/o en el trabajo, a partir la rosca. Al comer una rebanada de Rosca se debe verificar si ha salido un niño (representación del Niño Dios), se supone que esto es señal de buena suerte pues hay niños que dan la bendición de la salud, del amor, del dinero, etc. Pero últimamente y en estos tiempos en que la economía nos da dolores de cabeza, no faltan los tramposos que al encontrar el niño lo esconden, lo "ahogan" en la taza de chocolate, lo tiran a la basura o entre la bolsa del pantalón...y lo que es peor, algunos ¡hasta se lo tragan! ¿Cómo es posible si la figurita es de plástico? Es el colmo de la avaricia, ¿no creen?

Quien encuentra al niño deberá comprar los tamales y el atole para festejar el Día de la Candelaria, el 2 de febrero siguiente, pues las fiestas continuarán hasta entonces. Creo que más que verlo como gasto, lo debemos vivir como es, una tradición divertida, con un simbolismo muy bonito y sobre todo, como una gran oportunidad para compartir juntos -amigos, compañeros y familia- de un delicioso manjar como es la rosca y el chocolate.

Hoy escuché una nueva costumbre en torno a la llegada de Melchor, Gaspar y Baltazar, bueno, nueva para mí. Se trata de dejar fuera de la casa, en el jardín o la puerta, alfalfa para los caballos, camello y elefante, mientras que en el comedor, se dejan tres vasos de leche para los Reyes y una concha (pan dulce y suave) para cada uno. En la costumbre que escuché, suelen dejar dos conchas blancas (de vainilla) y una café (de chocolate). ¿Adivinan para quién es ésta última?
¡Feliz Día de Reyes!

Chakras

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